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Foto: Enrique Mendizabal

Lima2019: Aprendiendo de los éxitos

Para evitar fracasos y maximizar oportunidades

Publicado: 2019-08-12

La COP20 en el 2014 fue un éxito pero pudo haber sido un desastre. Lima2019 fue un éxito pero pudo haber sido mucho mejor - para el deporte y para toda la ciudad.

No se trata de malograr la fiesta sino de aprovechar el interés y el orgullo que nos ha generado Lima2019 para llamar la atención a lo que podría ser si le sacásemos realmente el jugo a la indiscutible capacidad que tenemos para hacer las cosas bien.

Durante la COP20 me tocó llevar a cabo un estudio de aprendizaje sobre la organización de la conferencia. En el estudio, desarrollado en conjunto con Norma Correa y financiado por el BID a pedido del Minam, entrevistamos a 140 personas involucradas directamente en la COP20, entre nacionales y extranjeros, revisamos documentos oficiales e informales relacionados a la gestión y el desarrollo de las múltiples actividades involucradas y participamos de y visitamos varios de los espacios y eventos organizados durante la COP20 y las acciones previas.

Nuestra conclusión fue: éxito pero ...

... todo se hizo a último minuto (y nos costó más por eso), no se aprovechó al máximo la experiencia de otras COPs para que la nuestra fuese aùn mejor, no se aprovechó para desarrollar más capacidades de futuras generaciones de expertos en materia climática - como sí lo hacen Brazil y México, por ejemplo, no se visibilizó la investigación o el expertise peruano justo en un año con enorme demanda por nuestros estudios e ideas, no se usó la inercia internacional para promover un diálogo y una agenda nacional, no se movilizó a la población más allá de durante las dos semanas de COP20, no quedó nada en materia de infraestructura, etc.

La COP20 le costó al Perú más de USD100 millones. Un poco más de USD50 millones de fueron en las carpas temporales que se importaron por avión desde Brazil para alojar los eventos principales - el venue famoso. 

La falta de compromiso político y de experiencia directa en la organización de eventos similares conspiraron para que el éxito fuese sólo parcial. Además, como en el caso de Lima2018, demoramos en contratar a un gestor con experiencia y capacidad de gestión. 

La historia de Lima2018 (que sería muy interesante documentar) es similar. Empezamos con muy poco apoyo político. Por un momento hubo apoyo negativo, incluso. Durante el estudio de la COP20 nos topamos con un equipo, en el Ministerio de Educación, que estaba aislado, algo perdido y con pocas ideas de cómo avanzar - o empezar, incluso. De hecho, nosotros coordinamos una primera reunión virtual con investigadores del Institute for Government en Londres y exfuncionarios del autoridad organizadora de London 2012 en la Embajada de Gran Bretaña en Lima.

Las lecciones que emergían del estudio de la COP20 sugerían que buena parte de las demoras en el inicio de las preparaciones para la conferencia se dieron porque el equipo técnico no tenía la experiencia necesaria -y no había acudido a quienes sí la tenían. En cambio, una de las lecciones del estudio de la organización de London 2012 fue que, justamente para evitar una larga curva de aprendizaje, se contrató a un equipo internacional con experiencia directa en la organización de olimpiadas. Cuando el Perú acudió a Gran Bretaña para que nos asesoren, las cosas cambiaron.

Otra lección de London 2012 tiene que ver con la importancia relativa de los juegos. Los juegos fueron, en realidad, la excusa que usó Ken Livingstone, el alcalde que ganó la sede, para conseguir los fondos públicos y privados que necesitaba para desarrollar la ciudad. Sin las olimpiadas, Livingstone entendió, nunca podría convencer al gobierno central que financie nuevas líneas de underground, inversiones significativas en vivienda, comercios, nuevos vínculos de transporte nacionales e internacionales, espacios públicos, etc.

La ciudad se transformó con London 2012. Lima2019 ofrecía esa misma oportunidad. La ofrecía aún cuando se organizó la COP20 en el 2014. La ofrecía aún, aunque en versión reducida, cuando fue elegido PPK en el 2016. Pero sin el compromiso político, en el ejecutivo, en el congreso, en los gobiernos locales y en la población (que ha permanecido al margen hasta pocos meses antes del inicio de los Panamericanos), no pudo realizarse el potencial máximo de los juegos.

Este no es, repito, un esfuerzo de aguarle la fiesta a nadie. Es, en cambio, un llamado a aprovechar que estamos todavía emocionados y orgullosos de lo que hemos hecho como peruanos. Todavía podemos salvar la oportunidad.

Tenemos un legado: una nueva infraestructura deportiva y un impulso anímico por el deporte. Pero sin una política nacional de deporte que articule hasta el nivel de bases con clubes deportivos de barrio podemos olvidarnos de ese legado. Veremos las instalaciones oxidarse, cubrirse del hollín limeño que empasta la ciudad entera, la basura acumularse en las esquinas de los estadios, el olor a orine impregnarse en los suelos y las paredes y al velódromo alquilado para cuanto evento se le ocurra al administrador de turno menos para lo que ha sido construido. Una injusticia absoluta.

Sin una política nacional, bien liderada y financiada al largo plazo , el medallero peruano en Santiago 2023 (para no decir en Tokyo) colapsará a su mínima expresión.

El IPD tiene ahora la oportunidad de brillar. Pero no podrán solos ni con el apoyo de sponsors privados y la buena voluntad de algunas federaciones. El ímpetu, como el todo el mundo, lo debe poner el Estado.

Estamos también a tiempo para aprender lecciones de la organización de Lima2019. Hicimos todo lo que se pudo hacer bien -bastante bien, siempre hay cosas que mejorar. Pero; ¿Sabemos cómo lo hicimos? ¿Podremos replicarlo nuevamente? 

Como una de las recomendaciones de estudio de la COP20 propusimos que el Perú debería establecer un equipo técnico permanente, posiblemente alojado en PCM, responsable de la identificación, postulación y el desarrollo de los proyectos de eventos y competencias de gran envergadura como estos. Un equipo que pudiese aprender de experiencia a experiencia. De la COP20, a las reuniones de primavera del Banco Mundial, de APEC, de Lima2019, etc. Con los mismos equipos encargados de logística, medios y comunicaciones, movilización de la sociedad civill, financiamiento y gestión financiera, gestión, etc. o con la capacidad de retener el conocimiento y expertise que oportunidad ayudaría a desarrollar. 

Si no aprendemos de estas experiencias exitosas no vamos aprender tampoco de los fracasos. Y si no aprendemos, tengamos por seguro que van a venir, también.


Escrito por

Enrique Mendizabal

Director de On Think Tanks (onthinktanks.org) y Director de la Semana de la Evidencia Latinoamericana (semanadelaevidencia.org)


Publicado en

Estado de Ideas

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